domingo, 13 de febrero de 2011

No es más rico el que más tiene...


... sino el que menos necesita.

Siempre he pensado que esta frase tiene muchísima razón y es que el dinero no da la felicidad, aunque ayude. Hay personas que son muy ricas, pero tienen el corazón muy pobre. Y viceversa, personas muy pobres con el corazón más rico con el que te puedas topar. Y entonces, ¿por qué el mundo se empeña en ser rico? ¿por qué las personas tratan de pasar por encima de otras por unos míseros euros? ¿Por qué el motor del mundo ha cambiado de ser el amor a ser el dinero? No me gusta que, la sociedad en la que vivo y donde vivirán mis hijos, deje en segundo plano lo verdaderamente importante por cosas banales o materiales.

Me consuela saber que hay personas que dan hasta lo que no tienen por otras y lo digo con fundamento. Hoy he podido comprobar como una familia norteamericana, con pocos recursos y con una casa poco habilitada para cuatro, abrían sus puertas a chavales con problemas o sin dinero para que pasasen la tarde mientras jugaban y tomaban unos aperitivos. Y más fuerte es toda la historia que hay detrás.

El padre es pastor católico del pueblo, la madre, ama de casa y, la hija, madre de un bebé con problemas de salud. Un niño que requiere de demasiados cuidados. Su madre se pasa el día cuidándole, no puede trabajar ni estudiar porque se dedica las 24 horas del día a él. Ella duerme en la sala para poder estar más cerca de su hijo, pero no es el ambiente ideal para descansar.

Este problema se ha podido solventar gracias a la amabilidad de una serie de diseñadores y de remodeladores que se han encargado de tirar la casa vieja y amoldar la nueva a las necesidades de cada uno de ellos. La casa se ve con buen aspecto, con una habitación de matrimonio y una especie de suite para la hija y el bebé, un sitio donde podrá estar al cuidado de él mientras descansa en una cama de verdad. Y, además, una habitación habilitada para los cuidados del niño. La madre ya podrá estudiar porque le han concedido una beca y unos profesionales que se quedarán a cargo del hijo. El salón recreativo donde recibían a los chavales se ha remodelado y cuenta con un billar, máquinas y todo lo necesario para que los niños sigan a su lado.

Es una de esas historias que te encogen el corazón, que te hacen derramar una lágrima y reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos, la importancia que damos a cosas banales y al egoísmo que reina en el mundo, en el que todo el mundo piensa en llenarse los bolsillos, en el que todo el mundo se queja de cosas que realmente no tienen importancia ni gravedad. Y dejamos de lado historias como las de esta familia que, sin duda, son un ejemplo a seguir.