sábado, 27 de noviembre de 2010

Queridos reyes mágicos:


Una vez más me siento delante del ordenador con la intención de enviar a sus majestades los reyes de orientes mi carta para este año.


En esta ocasión tengo que decirles que, para sorpresa suya, he vuelto a ser buena, y he vuelto a salir dañada, aunque ya es una tradición. Por ese mismo motivo este año voy a pedir por mi, por nadie más, bueno quizás un poco, pero solo un poco. Me gustaría saber que opinión tienen ustedes de mi, si saben por lo que he pasado o no, y si les parece suficiente motivo para escribir esta carta o no. No quiero pasar como una víctima, ni causar en ustedes una lástima que no quiero. Simplemente quiero saber porque, si ustedes son mágicos, permiten que ocurran cosas malas en el mundo. No justifiquen el hecho diciendo que de todo se aprende. Si pero... ¿a qué precio? LLegados a este punto no sé si me compensa el hecho de aprender...


La cuestión es que os voy a pedir una sola cosa, quizás demasiado grande, pero es lo que necesito: quiero una vida nueva. Una vida en la que yo viva por mi y no como prisionera de nada ni de nadie. Una vida en la que la razón predomine por encima de todo, que me pueda poner un escudo hasta que vea desaparecer el peligro. El peligro de ser dañada de nuevo, el peligro de perder mi libertad por miedo a perder algo mayor, el peligro de que mi cabeza y el resto del cuerpo sufran de desconexión. No quiero no vivir mi vida por vivir la de otros. Sé que nadie me lo ha pedido, pero es algo inconsciente, algo que me sale del alma. Creo que lo llaman amor, yo le llamaría dolor. Pero cada uno que le ponga su etiqueta.


Por eso mismo este año recurro a ustedes para que me traigan en una bolsita un poco de vida y un poco de felicidad. No pido más. Creo tener todo lo que necesito de verdad. Pero siempre se quiere ese poco más...


Atentamente, la chica dormida



No hay comentarios:

Publicar un comentario