miércoles, 29 de junio de 2011

A veces me odio



A veces me odio por permitirte entrar en mis pensamientos, aunque sea sólo para recordarte. Me odio por intentar justificarte en mi mente y borrar los momentos en que me hiciste infeliz, casi todos por cierto. Por superponer momentos que para mi fueron mágicos, donde olvidaba que cada caricia tuya no era otra cosa que un engaño más, otra parte de tu estúpido juego, donde yo fuí la actriz principal. Tus engaños consistían en hacerme creer especial, la más importante en tu vida, en definirme como imprescindible cuando, en realidad, era la última en tu lista de preferencias. Me odio por haber pensado que la culpa de todo esto era mia, por haberme echado siempre la culpa de que tú te comportases así. ¿qué culpa podía tener yo si te quería como a nadie, si daba todo por ti? ¿por qué, entonces, no dejaba de culparme?



Ahora lo veo todo más claro, sé que fuí una más en tu lista de amantes, en tu lista de actrices de reparto. Una más en esa función teatral en la que has convertido tu vida. Y sé que el hecho de que desconfiases de mi, sin ningún motivo por cierto, no era más que una forma de excusar tu forma de actuar, y una excusa más para hacerme sentir culpable por una ruptura de la que no fuí culpable. Hacía tiempo que pensaba esto, que mi cabeza daba vueltas y que, sin ninguna duda, te quería fuera de mi vida. Pero, hoy más que nunca, después de que me hayas buscado de nuevo en estas semanas, sólo puedo recordarme una y otra vez que tú no eres más que una destrucción para mi, más que un veneno, destructivo. Y, aunque ya lo tenía más que claro, sólo puedo decir que YO NO SOY PARA TI!



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