viernes, 20 de agosto de 2010


Esta semana probablemente no haya sido la semana más social de mi vida ni la más antisocial tampoco, pero ha sido una semana llena de extrañezas. Después de pasarme parte de la semana con mi familia y parte con mis amigos, el miércoles llegó la tormenta, discutí con un amigo. Pero fue una discusión que se veía venir, ¿por qué? Porque estoy cansada de sus tonterías y entonces se lo dije, tal cual, sin rodeos.


El lunes, que fui al centro comercial, encontré uno de esos libros que me llaman la atención y no puedo evitar la tentación de llevármelo a casa. Si, un best seller, de estos de bolsillo. El libro trata sobre un camarero que, un día, decidió escribir en una página web todo lo que le llamaba la atención de sus clientes, las cosas que le pasaban, etc. La web tuvo tanto éxito que una editora quiso contratarle para realizar un libro, el que tengo en mis manos, que lleva el título de "confesiones de un camarero"


Estos dos hechos han influido un poco en mi vida, de tal manera que se me ha ocurrido hacer lo mismo que él y contar todo lo que me pase en el trabajo. Me explico. Los fines de semana trabajo en un bar, en el corazón del pueblo más soso que te puedas echar a la cara. La afluencia de gente no es espectacular, pero todos ellos son muy peculiares. Asi que espero que me den motivos para poder escribir aquí todo lo que la mente de mis queridos clientes me permita, que seguro no es poco.

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